LA ENERGÍA MÁS CARA DE EUROPA
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LA ENERGÍA MÁS CARA DE EUROPA

La luz ha sido la peor pesadilla de cada Gobierno. Todos han anunciado medidas para frenar su precio. Y todos han fallado. ¿El resultado?: El mercado más caótico y volátil de Europa.

España debería cambiar su refranero. En lugar de decir aquello de acordarse de Santa Bárbara cuando truena, deberíamos decir que nos acordamos de las eléctricas cuando sube la luz. El problema es que ese susto se suele producir sistemáticamente cada año o cada dos años. Y a base de sobresaltos, España se ha ido situando en la última década como el país más caro de Europa.

Todos los Gobiernos, sean del signo que sean, han actuado de Robin Hood anunciando medidas para defender a los usuarios de las subidas. Pero todos han fallado, dejando como resultado un mercado eléctrico lleno de parches que, en la actualidad, es el más volátil de toda Europa.

En apenas ocho años, el mercado mayorista español, o pool (donde se fijan los precios de generación, que son la base de cualquier recibo) ha pasado de ser el más barato de Europa al más caro (ver gráfico). De tener precios que rondaban los 20 euros por megavatio hora, se ha pasado al triple, y ya no bajan de los 60 euros.

La volatilidad es tan extrema que cualquier factor, o su contrario, sirve para explicar la subida. Cuando no es una ola de frío, es una de calor. Cuando no es la sequía, es la subida del gas, aunque los pantanos estén llenos. Y cuando no es un parón de las nucleares en Francia, es la subida de los derechos de emisión.

El pasado mes de agosto, después de 18 meses de tranquilidad, volvieron las alarmas. En apenas unas semanas, los precios se dispararon más del 30% y alcanzaron máximos del trimestre primero, récord anual después y de los últimos doce meses más tarde.

La subida de la luz volvía así, por enésima vez, a convertirse en una patata caliente para el Gobierno. Esta vez del PSOE, que no ha tardado en decir que revisará «todo el mercado». La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) también se ha apresurado a decir que va a supervisar qué está pasando. Es un déjà vue. Basta retroceder a enero de 2017 y cambiar los nombres (donde pone ministra Teresa Ribera, del PSOE, poner ministro Álvaro Nadal, del PP), para encontrar una situación idéntica.

En la navidad de 2016 a 2017, y tras dispararse el precio de la luz por encima de los 70 euros de media (mucho más que los 60 euros de que se ha alcanzado este verano), Nadal abanderó una cruzada acusando a la subida del gas de esos incrementos. Nadal anunció medidas para intervenir el precio de la luz indirectamente, obligando a Endesa y Naturgy a dispensar gas a precios razonables.

Más drástico fue su antecesor, José Manuel Soria, que en diciembre de 2013, y tras otra escalada de precios, intervino directamente los precios, suprimiendo las denominadas subastas financieras Cesur que operaban tras el pool. Llegó a acusar a las eléctricas de «burda manipulación».

Ayer, la CNMC salió al paso elaborando un análisis que recopila las razones que se han esgrimido estos días para explicar la nueva subida de la luz. Son tres, según el organismo. La consabida ola de calor, precios del gas (de nuevo) y derechos de emisión (ver información adjunta). Los argumentos no convencen a los consumidores. Diez agrupaciones empresariales catalanas, entre ellas Cecot, han pedido al Gobierno medidas contra la subida. Cecot, la Federación Empresarial del Metal y la Unión Metalúrgica, entre otras entidades, presentaron en noviembre una denuncia en Europa por la estructura tarifaria en España.

Tres razones de la subida y dos dudas

El 40% de la factura eléctrica depende de los precios diarios que marcan el mercado mayorista, o pool. El resto son peajes e impuestos, que fija, con cierta arbitrariedad política y electoral, la Administración. Al pool concurren todas las tecnologías de generación, hasta que se cubre la demanda de luz. La tecnología más cara (gas) entra la última, pero es la que fija precio para todas. El problema es que hay tanta diferencia de precio entre tecnologías que el pool español es un tiovivo. En primavera, con mucha eólica, el megavatio hora español llegó a ser el más barato de Europa, cotizando a diez euros. Entonces nadie se acordó del precio de la luz. No es lo habitual. La tendencia del pool español ha sido el encarecimiento progresivo. Desde hace tres años, el pool español (Omie) se disputa el dudoso primer puesto en precios caros con el de Italia (GME) y Reino Unido (N2EX). Los tres rondan ahora los 60-70 euros de media, frente a los 40-50 euros de sus homólogos. Según un documento de ayer de la CNMC, con el que comulgan las eléctricas, los precios de la luz se han desbocado porque se han disparado los derechos de emisión de CO2 (de 7euros en enero a 21 en agosto). Por cada euro de alza del CO2 sube un euro la factura mensual del usuario. Además, el precio del gas se ha disparado, dice la CNMC, debido a que la mayoría de contratos de suministro de gas están referenciados al petróleo, que ha subido. Y sobre todo, «ha coincidido con una ola de calor» que ha desatado el consumo. Ni la CNMC ni las eléctricas, explican por qué no ha funcionado la medida que anunció el anterior Gobierno de facilitar más entrada de gas en el sistema eléctrico para amortiguar subidas y, sobre todo, por qué no hay más energía hidráulica (barata) ahora que los pantanos están llenos. La anterior subida de precios se explicó por la sequía. El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llegó a decir que los precios bajarían porque «iba a llover». Legalmente las eléctricas, que tienen el grifo de los pantanos, no tienen obligación de verter más agua de los embalses que la necesaria para mantener el «caudal ecológico».